Diario de la India (VII)
bengala y fuga
Noche de cabezas bajas. Luz animal de las estrellas batida en el Negro Universo. Nenúfares pensantes que chapotean a lo religioso en las marismas. Silencio de sangre oscura en el ámbito numen del árbol rojo, en la sombra creciasombrosa de su espaciosa negritud. El espigar blancoscuro batiendo los senos de ella, poniéndolos en filas de aire hacia el corazón mío de Morgar. Órbita de siglos entre muslos morenos, entre círculos diminutos de saris en los hombros que voluntaron ser ligas chasqueadas por las manos de dios. Canción lenta del beso hacia las mentes de las noches. Siete serpientes y siete pulpos de la clase social de Succionadores se nos plantean en el lecho de tierra de nuestros amores y nos levantan levemente en alfombra invisible y nocturna, para el placer lento. ¡Y de repente luz! ¡Luz germinal que se proyecta de las bocas de las siete serpientes, tormenta de arena albina, siete saetas luminosas que nos lo vuelan hacia el ya crecido amanecer: mis palabras en las bengalas! Morgar disparado en luz hacia Oriente en danza guerrera de luces y tinieblas: meteoro incandescente adelantado con la mujer bengalí ya retrasada en la noche, fulgor que piensa cómo se bate la luz y la nube, el cielo con la luna. Subida mágica al soplo divino de la luminosidad arcana. Me he disminuido para entrar por la cerradura gigante de lo Desconocido.
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