escalera: abril 2006

jueves, abril 13, 2006

Mucho mejor tus libros, Samuel Beckett

Esta mañana, he visitado Laie y otros habitáculos culturales para acabar un reportajillo de los libros sobre el Estatut que podrán comprar los lectores etcétera en Sant Jordi. Me he comprado Cómo fue: recuerdos de Samuel Beckett, de Anne Atik. Claro. Para celebrar que hoy, hace cien años, nació Samuel Beckett.

Se, se. Los medios de comunicación no se hacen eco. Es vergonzoso. Sólo La Vanguardia, que, por cierto, recomienda el mismo libro que me he comprado. Por cierto (II), en un artículo el autor dice que Barcelona es una ciudad "muy beckettiana". Después aclara que es porque está la Sala Beckett, porque se representan sus obras. Ah. Bueno. Entonces sí... Porque lo otro...

Voy a informar a mis cuatro lectores de algo de suprema importancia y que todavía por lo visto no saben en las secciones culturales de los media.

Es una buena noticia.

Me lo voy a comprar en cuanto salga.

Sólo nos quedan las palabras.

jueves, abril 06, 2006

Y mejor tu literatura...

Mucho mejor mi vida, Samuel Beckett.

Mejor escribir sobre i-Pods de terciopelo

que componer un poema sobre Descartes

imaginando huevos fritos para justificar

su separación de los cuerpos y las mentes,


mejor inspirarse en mensajes al móvil para escribir cuentos de amor,

enllagarse las zarpas, sufrir dáctil vahído, tragarse las pelis de Meg Ryan,

que imaginarse un hombre homogéneo y escribidor de Molloy

despreciado por las infecciones de las pieles rojas

-deseo de ser hombre irlandés-

remirar los agujeros de mi reloj Casio, tener agujeros la medida exacta para meter una pepita de sandía y nada más

y cuando salga transformarse en un mástil con mariposas pintadas

y que los primitivos de mi siglo se metan en las fauces para tocar el suelo y tocar el cielo y ser todo uno, porque todos quieren ser uno, Melville, digo Sam,

y como el mástil tiene mariposas las mariposas se meten en el cuerpo de los primitivos y les hacen cosquillas en las tripas

para imaginar mi imaginación y pelar dátiles en habla con mi vida, Beckett, mejor;


mucho mejor mi vida, Samuel Beckett,

mi era de desaparición contra tu era de destrucción

es tu alma de pájaro,

y tu alma de pájaro,

y mi alma de nada, o mi alma de nada,

y tu romper con la cadena de plata de la niña a bautizar

y tu ver cómo crece subida al techo hecho de latas de Coca-Cola de la iglesia a la niña que mete pepitas de sandía por los agujeros del reloj Casio y fabricar un collar indígena: mejor un casting que una tarde con James Joyce,


mejor la mía, Samu,

para qué tanto Proust y tanta polla, tanto francés de mierda,

mejor probar todas las lenguas que van del sida al aborto franquista,

mejor morirse en este alejamiento secular de la esencia de una vida humana

que ver el final de Europa que tus ojos como murciélagos ignoraron,

es mejor a creerse que Occidente se está aniquilando, Beckett,

asistir a la inesperada rueda de prensa del Mundo anunciando su desaparición

un domingo de jazmines cortados que te miran por encima de las gafas de sol japonesas que parecen de Lolita,

esa mañana, Samu, el Mundo anuncia su dimisión, después de un escándalo de malversación de fondos, de encuestas que unos locos tachan de “ilegítimas” por utilizar dinero público para averiguar si estábamos contentos con él.

Sam, a la rueda de prensa no acude casi ningún medio de comunicación. Te gustaría. Piénsamelo.



Mucho mejor mi vida, Samuel Beckett.