escalera: junio 2006

miércoles, junio 07, 2006

Gamoneda: "La poesía no es literatura"

Había leído algunos poemas suyos cuando tenía 17 años, pero no recuerdo en qué libro. Más vívidamente recuerdo haber visto en La Central El libro del frío, que evidentemente era azul, y que me hizo pensar por primera vez en cómo sería el primer libro que yo publicara, y en la relación entre el contenido poético y el continente editorial.

Ayer Gamoneda expuso sus "ocurrencias" en el Ateneo Barcelonés, con motivo de la inauguración de unas jornadas poéticas que no vienen a cuento ahora. "La poesía no es literatura", dijo. La literatura bebe de la ficción, mientras que la poesía lo hace de la realidad. La poesía no es ficción.

No dijo lo que es la poesía, evidentemente, aunque lo sugirió. El discurso poético existe, pero es otro, y tiene una autonomía separada. Una de las expresiones cotidianas del "pensamiento poético", los sueños, sí que son son realidad. "Los sueños no son ficción", insistió.

Gamoneda también esbozó algunas diferencias entre el método poético oriental y el occidental, que, dijo, actúan de forma inversa. La poesía oriental (y aquí todos pensamos en la literatura) va del exterior al interior: es un rodeo centrado en la narración que desemboca en la interioridad poética, en el mensaje lírico.

Del método occidental no habló. Pero dijo que era como el verso de Gustavo Adolfo Bécquer: "Tus labios son un rubí".

Evidentemente, la poesía sí que es literatura, al menos hasta que no separemos en nuestras mentes el concepto de poesía al que alude Gamoneda de la expresión escrita y el resultado de la poesía, que también conocemos como poesía. Porque la literatura no sólo es ficción, sino una consecuencia, un desborde del oscuro manantial de la creación, de la misma naturaleza en Faulkner que en Beckett o Hölderlin. O sea, con un mismo origen pero con diferentes manifestaciones: en géneros distintos: novela, teatro, poesía.

Y en cuanto a los métodos, esto significa que los mejores poetas españoles últimos (Valente, el propio Gamoneda) están orientalizados. O que el método oriental es más propiamente lírico.

viernes, junio 02, 2006

Lo que no es duda del alma es totalitarismo de los sentimientos

Anoche soñé que caminaba por una galería gris circular. Era una de ésas tan largas que más bien se asemejaba a una recta, por aquello de que el círculo es una línea infinita. A cada siete metros cometía alguna insensatez, siempre nimia, pero detrás de mí iba una chica que me justificaba ante los transeúntes y ante dios, que por otro lado no existe.

Nunca era yo quien me paraba a explicar lo que hacía. Agradecía inmensamente a la chica que me seguía su labor al servicio de mi dignidad, pero no me veía en condiciones de defenderme. Avanzaba con mariposas en las orejas, con un halo de inexistencia abismal.

Entonces vi un cartel pegado en la galería gris circular. Era el pasaje de un cuento de Beckett que me hizo entrar en su literatura. Paseaba él por el cementerio, donde estaba enterrado su padre, y comentaba que prefería el olor de los muertos al de los vivos -pies, dientes, sobaco-. Y en el cartel ponía aquello que me tocó el corazón, respecto al aroma del cementerio:

"And when my father's remains join in, however modestly, I can almost shed a tear". Aunque en el sueño recuerdo un 'could' en vez de un 'can'.

Todos tenemos un pasado más o menos turbio del que arrepentirnos. Avanzamos por la vida con la cabeza alta y la conciencia limpia. Yo nunca me fiaría de alguien con la conciencia limpia. ¡Pobre conciencia! ¿Cómo la habrán torturado para que no proteste?

El estado natural de un alma es la duda y el pensamiento excéntrico. O sea, el pensamiento que no está en el centro, en el yo, sino en las intermitentes sensaciones de libertad que nos da el transitar por este valle de lágrimas.