Diario de la India VIII
GRAMÁTICA Y MENTE
Vuelve el mundo a nuestro dolor en alzar de brazos universal. Nos enciende, nos mentaliza con sus miembros en pura ampliación, crecientes. Se agrieta su materia en su rodeo cósmico y de nuestro deseo salen al exterior mariposas musculosas, colores rápidos, alma. En este aplastarse del mundo hacia el amor nuestro, la sangre comunal no pasa, se empecina, cabecea por las venas del todotrén humano que nos comunica. Sentimos el explotar vecino de la vida, que no llega. La presión es otra sobre ti, soga caliente siempre envolviendo el cuello de dios, membrana morena y pensante del espacio oriental. Se agrieta más la pasta de universo que nos acredita y fragmentos de lo nuestro se van hacia dios: bicicletas de bambú, constelación de sombreros vietnamitas, concentraciones de piel y dormidera. En este tímpano interno de Laos no escuchamos las luces de sémola con cuatro hélices. Este final del mundo -pronto iremos a la otra orilla- nos recuerda al tiempo del arroz cuadrado y pensante. Tragó de mí el mundo la sustancia, se fue de mí en esto, en bártulo numerado. Y por fin la pobre alma nuestra apalabrada se adentró en lo cósmico: dios presencia infinita en mis testículos, vacío circular del corazón cansado, costilla en trance de enhebrar la moneda de Asia. Yo sueño con ser indio. Sueño con romper en piernas hacia el insondable número oriental.
No hay comentarios:
Publicar un comentario